Escritores que asistieron a la ceremonia de incorporación de don Felipe Rivas Mendo
El Teatro tiene dos intérpretes de expresión artística:
HUMANOS: ACTORES
y
MUÑECOS: PERSONAJES
El teatro de actores se muestra representando a un personaje.
En el teatro de muñecos, el muñeco es el personaje.
El teatro humano cuenta con el recurso de la expresión facial.
El teatro de muñecos no, su rostro es rígido.
El teatro humano puede expresar una infinita gama de emociones y sensaciones por medio del desplazamiento escénico y expresión corporal.
En el teatro de muñecos, si bien caminan –aunque no tienen pies- y su cuerpo es sólo la mano del titiritero, logran transmitir emociones y sentimientos.
Los títeres tienen dos formas de expresión:
GRÁFICO – PLÁSTICA
y
DRAMÁTICA
La primera cuando se diseña y confecciona el personaje.
La segunda cuando a este personaje se le imprime vida, dándole voz y movimiento de acuerdo a un guión.
El trabajo del titiritero comprende cuatro tareas principales:
- Redacción del texto dramático.
- Diseño y Confección de los personajes.
- Animación del personaje con voz y movimiento.
- Dirección escénica.
En países donde el arte de los títeres es de nivel universitario. Ejemplo en la Universidad de Praga, donde desde el Siglo XIX se forman titiriteros. Estos luego de cinco años de estudios salen titulados con una de cuatro especialidades.
GUIONISTA
REALIZADOR PLÁSTICO
ANIMADOR
DIRECTOR ESCÉNICO
En países en vía de desarrollo –como el nuestro- el aspirante a titiritero sigue un cursillo básico de unas pocas horas y en base a la praxis logra realizar las cuatro tareas:
Escribir los guiones, diseñar y confeccionar los personajes, animarlos dotándolos de voz y movimiento y dirigir la puesta en escena.
De estas cuatro tareas trataré el relacionado a la DRAMATURGIA para el TEATRO DE TÍTERES.
Muchos colegas –yo mismo- nos iniciamos poniendo en escena alguna obra escrita por otro colega. No hay abundante producción de obras para teatro de títeres y/o hay pocas ediciones. En nuestra lengua tenemos las escritas por Federico García Lorca quien desde niño actuaba con títeres, la de los poetas y titiriteros argentinos Javier Villafante y Roberto Espina, los titiriteros mexicanos Lola Cueto y Roberto Lago, los escritores peruanos José Castro Pozo, Sebastián Salazar Bondy y Luz Carmela Raffo y las inéditas producidas por Carlota Carvallo de Nuñez.
Pero luego el titiritero siente la necesidad de crear sus propias historias o llevar a escena un cuento u otra narración.
Analizaremos –ahora- el trabajo de dos magníficos antecesores míos:
ÑO VALDIVIESO
y
AMADEO DE LA TORRE
ÑO VALDIVIESO, fue el primer titiritero del Perú independiente, limeño, surge alrededor de 1850. Hombre sencillo, humilde. Respondía al mote de ÑO por señor como se les llamaba entonces a los mulatos.
Aficionado al teatro, impresionado por una compañía de marionetas italianas – espectáculo frecuente en Lima desde la colonia hasta mitad del Siglo XX-, decidió hacer lo mismo.
Se le considera el 1er Titiritero Nacional por que no copió ni los personajes, ni las historias que presentaban los italianos.
Algunos de sus personajes fueron:
Don Silverio, su mujer Mamá Gerundia, Perotito, Chocolatito, Misia Catita. Nombres que no nos dicen nada ahora, pero que fueron muy populares en la Lima de la Segunda mitad del Siglo XIX.
Analicemos a uno de ellos: Don Silverio. Este era el típico empleado público de la época. Veamos. Cuando, luego de la Independencia, gobernaba el Protector Don José de San Martín dictó Decretos que normaba la vestimenta que debían usar las milicias, dejó en manos del Clero el determinar el de las órdenes religiosas y no especificó nada del servidor civil, tal como ocurrió durante el Virreinato, donde todos los trabajadores al servicio del Rey según el lugar y rango tenían un uniforme. El de la Real Audiencia, el de Aduanas. El Cabildo y hasta los doctores de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, que si bien no lo usaban diariamente lo lucían en las ceremonias oficiales.
Y en forma espontánea –al no haber un dispositivo legal que dijera como debía vestir el trabajador civil al servicio del estado todos empezaron a vestir de igual manera: Sombrero hongo, camisa con cuello de pajarito, corbatín de cinta, chaqueta negra, pantalón plomo listado con rayas negras, escarpines, chaleco y un bastón, más de adorno que de apoyo.
Este Don Silverio que trabajaba en una dependencia estatal solía salir del trabajo a las 4 de la tarde e invariablemente se dirigía a uno de los cafés de la ciudad a “tomar las once” o refrigerio de la época y que según Don Ricardo Palma se llamaba así por que once son las letras de la palabra AGUARDIENTE por que las once consistía en un copón de aguardiente y una butifarra.
En el café Don Silverio se encontraba con otros Silverios – trabajadores en diversas oficinas públicas. Y comentaban lo que habían visto u oído en sus centros laborales. Discutían sobre los diversos problemas del momento y entre trago y trago los resolvían según su particular criterio. Había nacido el típico político de la mesa de café.
Ño Valdivieso realizó plásticamente los personajes, pero ponía en boca de ellos los comentarios del pueblo en torno a los sucesos del momento. Muchas veces de crítica social, escasez o aumento del precio de los alimentos, nuevos y agobiantes impuestos, etc. Esto, dada la popularidad de las presentaciones de Ño Valdivieso los espectadores comentaban al día siguiente en sus centros laborales, en el café, en las barberías, en el mercado lo que anoche “han dicho los títeres de ÑO VALDIVIESO”, tal como hoy en día comentamos los programas que vimos la noche anterior en televisión.
En ocasiones estas críticas no gustaban a las autoridades de turno y ÑO VALDIVIESO fue a dar con sus muñecos a la cárcel. Pero popular –como era- siempre había alguien influyente que abogaba por él y ÑO VALDIVIESO volvía a sus andanzas.
Una característica de su trabajo era que todas sus obras eran en verso y se hacía acompañar con una orquesta de cuerdas.
Acerquémonos –un poco más- a su creación y presentemos al CURA DE PELAGATOS. Ño Valdivieso no era muy pegado a la iglesia y no solía concurrir, pero en una ocasión tuvo que hacerlo pues era padrino de bautizo y la asistencia previa a la misa era obligatoria. El párroco de la Iglesia de Santa Ana, donde ocurrían los hechos, percatándose de la presencia de ÑO VALDIVIESO fustigó el trabajo de este –sin nombrarlo– pues empleaba un lenguaje crudo (vale aclarar que en esa época las funciones eran sólo para adultos). Los fieles asistentes volvían la cabeza para ver a ÑO VALDIVIESO reconociendo que a él iba dirigido el sermón.
Días después un nuevo número artístico presentaba ÑO VALDIVIESO el CURA DE PELAGATOS, quien desde un púlpito declamaba.
“El que oiga este sermón
que se muera de sarampión
o por fortuna de sarna perruna”
Días después –conciliador- el párroco lo visitó en su taller y le pidió retirara este personaje de su repertorio y él se comprometía a nunca más censurar su trabajo.
Si bien sus funciones eran de noche para público adulto, algunas familias insistían en contratarlo para animar una fiesta infantil. Se hacía de rogar y cobraba por adelantado.
En una ocasión que debía presentarse en una de estas fiestas el dueño de casa, su esposa y luego su suegra-abuela del niño agasajado – le insistieron en que “moderara su lenguaje”. ÑO VALDIVIESO sabía perfectamente comportarse ante un público infantil pero lo que le colmó la paciencia fue que antes de levantar el telón le alcanzaran un papelito que decía MAESTRO, no se olvide, cuide su lenguaje. Entonces ÑO VALDIVIESO sacó a escena a Don Silverio con un largo papel en las manos y dijo: señoras y Señores, por deferencia especial con los dueños de casa durante la función no se dirán las siguientes palabras.
Así era ÑO VALDIVIESO, un artista popular, burlón, ingenioso, un verdadero creador. Se le considera El Pancho Fierro de los hombres de trapo y de cartón.
El gran periodista de su época Don Abelardo Gamarra EL TUNANTE lo visitó en su taller y le hizo una entrevista para el Diario EL COMERCIO y finaliza con estas frases. Su teatrito es un gran teatro y ÑO VALDIVIESO un gran artista.
Podemos conocer más de su trajinar artístico leyendo el libro UNA LIMA QUE SE VA en que su autor JOSÉ GÁLVEZ le recuerda con cariño – pues alcanzó a gozar de sus espectáculos cuando era niño – y le rinde su homenaje en el capítulo LOS TÍTERES del mencionado libro.
AMADEO DE LA TORRE, cusqueño. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes recibiéndose como PINTOR y ESCULTOR, medalla de Oro, pero desde el año 1936, en que debuta con sus “caricaturas en tercera dimensión” como llama a sus títeres se dedica íntegramente a ellos con los que recorre el país. Tuve la ocasión de verlo en Chiclayo –mi ciudad natal– y fue mi primer contacto con el mundo de los títeres.
Amadeo, también creo personajes, no de Lima, sino del Perú.
CADA UNO DE ELLOS ERA UN PROBLEMA NACIONAL. Algunos de ellos eran: Don Lunes, La María Barriendo, El Cholo Timoteo, El Negro Betún, El Borracho Nº 1, etc.
Analicemos algunos de ellos y conoceremos la característica de su dramaturgia. Tomemos a Don Lunes, personaje muy popular en su época. Había un semanario humorístico con ese nombre, un programa en Radio Nacional, una obra de teatro y hasta un proyecto para llevarla al cine.
¿Pero quién es DON LUNES? Era el típico obrero peruano que ya había conquistado el derecho a las 8 horas de trabajo, pero debía trabajar todos los días. No existía el descanso dominical remunerado.
Don Lunes que también debía trabajar el domingo, a la salida recibía su salario semanal y se dirigía a la CHINGANA, un rudimentario bar que existía en la trastienda de todas las pulperías regentadas principalmente por miembros de la colonia japonesa.
Ahí libaba con otros obreros y comentaban sobre football, política y terminaban ebrios cantando valses y ocasionalmente bailando una marinera con la hija del dueño de la pulpería.
Al día siguiente DON LUNES amanecía con el salario mermado y sobretodo “mal del cuerpo” y en ese estado no podía ir a trabajar. Entonces se quedaba en su casa para “componer el cuerpo” con un reparador cebiche o un sancochado. Una larga siesta. I al día siguiente retornaba al trabajo donde era muy celebrado pues era signo de “buen criollo” faltar el día lunes al trabajo.
Amadeo en la primera parte presentaba la faz risueña del personaje y en la segunda parte hacía notar la injusta situación que sufría este trabajador al no tener un día libre –remunerado- para dedicarlo a su familia, a su descanso que hasta el creador lo había tenido.
I abogaba por un “tiempo libre” y que la sociedad se organizara para ofrecer oportunidades de recreación sana al trabajador y su familia.
Don Lunes, como problema nacional, desaparece después de la segunda guerra mundial. El Perú que proporcionó insumos a los países aliados, desde metales hasta azúcar, tenía recursos y durante el gobierno del General Odría se construyó carreteras, colegios, hospitales, el Estadio Nacional, los edificios que albergan los ministerios, etc. Pero el mandatario pensó en impulsar la industria nacional, vale decir que en ese tiempo se importaba hasta un vaso de vidrio. Para este cometido envío delegaciones a las casas matrices de diversas industrias invitándoles a venir a invertir en el Perú. Estas a su vez enviaron misiones técnicas para evaluar las condiciones que ofrecía Perú. Los dictámenes eran parecidos: existencia de materias primas, buenas carreteras, puertos de embarques, mercado interno, leyes de fomento pero... un personal obrero altamente indisciplinado. Faltaba sin aviso ni motivo alguno los días Lunes. Para solucionar este problema se da la ley del Descanso Dominical Obligatorio y se señala que en adelante el trabajador tendría derecho a un salario el día domingo que será de descanso. Pero si falta un lunes o cualquier otro día de la semana tendrá dos descuentos: el jornal del día faltante y el dominical. La ley va más allá. Crea los Juegos Florales para la clase obrera, los Juegos Deportivos Obreros y los Centros Vacacionales donde el obrero y su familia podían ir a gozar sus vacaciones. El costo será compartido por el trabajador, la empresa y el gobierno. Se ordena construir un Centro Vacacional en cada departamento del país. Solo se inaugura uno. El Centro Vacacional de Huampaní en Chaclacayo Lima.
Hemos mencionado que cada personaje de AMADEO era un problema nacional. Veamos otro: LA MARÍA BARRIENDO, barriendo calles sin oficio ni beneficio:
La mujer peruana ya había conquistado el derecho a una educación superior. Ya no era tratada de machona, ni le tiraban pedruscos como a las primeras que se atrevieron a ir a la Universidad de San Marcos. Ni perder el noviazgo y a amistades por el mismo motivo. Aunque no podían seguir todas las carreras existentes, solo algunas.
Esta mujer al egresar de la universidad se encontraba en la disyuntiva de trabajar o dejar de hacerlo porque si era soltera se tildaban a los padres de explotadores y si era casada se criticaba al marido por no poder mantenerla. Y por este prurito social no laboraba. Al no contentarse con quedarse en casa a tejer crochet y otras tareas domésticas como su antecesora en el siglo anterior, pues ya estaba acostumbrada a salir, claro a la universidad, salía ahora de visita, de compras, es decir salía a barrer calles.
AMADEO, presentaba risueñamente las peripecias de esta mujer que incluso salía de compras – ficticiamente – haciendo que una empleada de casa llevara paquetes envueltos -que ella- iba mostrando a otras amigas que hacían lo mismo comentando imaginarias compras.
En la segunda parte hacía notar lo absurdo que resultaba invertir en la formación profesional de una persona y luego negarle el acceso laboral dejando de aportar al país y negándole su realización plena por el trabajo.
Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres tenían que suplir la falta de mano de obra calificada – al marchar los hombres al conflicto bélico – en todo tipo de industrias incluso en las que se creía no estaban físicamente capacitadas como la aeronáutica. Cumplieron satisfactoriamente y al concluir la guerra no podían decirles que no servía para tal o cual trabajo porque lo habían desempeñado. Así la mujer ocupó nuevos campos laborales en los países en conflicto y por extensión a otras zonas del mundo.
Otros personajes, otros problemas; el Borracho Nº 1, el problema del alcoholismo en el Perú, el NEGRO BETÚN sobre la discriminación racial, el CHOLO TIMOTEO, el habitante de los Andes llegado a Lima, generalmente para estudios y que era agredido públicamente. José María Arguedas en sus palabras iniciales al asumir la Dirección de la Casa de la Cultura recordó “por esta Plazuela de San Francisco pase alguna vez recién llegado a la capital y los mataperros limeños me gritaban SERRANO y me tiraban piedras”.
Más información sobre este insigne trabajador del arte de los títeres en la primera mitad del siglo XX lo podemos encontrar en el libro REPORTAJES del periodista MANUEL JESUS ORBEGOZO en el titulado AMADEO Y DIOS.
Al haber trajinado por medio siglo en el mundo de los títeres permítanme comentar mi periplo en cuanto a dramatización titiritera.
Al inicio, no sabía como escribir un libreto. Usé inicialmente los que me escribía María de la Concepción Ramona Pérez – Girones– Mendizabal de Palacio, conocida por sus alumnos y amigos como PIMPI. Española radicada en el Perú, era actriz, profesora de teatro y libretista. Con una facilidad –que admiraba- escribía sobre cualquier tema. Nos tuvimos un cariño de hermanos y trabajamos juntos algunos años. Jubilada de Perú volvió a su patria a invitación del Rey de España como huérfana de guerra. Su padre fue fusilado junto con Federico García Lorca. Murió años después.
Todos mis espectáculos los empezaba con un PRÓLOGO que era simplemente un diálogo improvisado entre PINOCHO, el nombre de mi primera compañía y un payaso llamado GUIÑOL. Trataba sobre las personas presentes y las circunstancias de la reunión. Pronto me percaté que esto divertía y recordaban mucho los espectadores.
Debuté el año 1961 y cuatro años después me atreví a escribir mis primeros guiones. Había escrito y editado el libro “JUGUEMOS A LOS TÍTERES” para enseñar este juego a los niños. Cada libro iba acompañado de una caja conteniendo seis títeres que importé desde Japón especialmente para esta edición. Sobre la base de los personajes y en un lenguaje adecuado a los niños escribí las obras “Pinocho vuelve a mentir”, “El Rey Triste y el Diablo Alegre”, “La Bruja Verde” y la “Princesita Celeste” y “Caperucita en su casa”. Tuve que asistir a numerosas funciones hechas por niños, incluso viajar a provincias para verlos a pedido de sus padres. A partir de ahí empecé a escribir los guiones para mis espectáculos, pero como quiera que yo he trabajado en cuatro áreas de aplicación de los títeres. Recreación, Comunicación Alternativa, Educación: en todos los niveles y modalidades y en Ludo-Terapia, he escrito las obras de acuerdo a los contenidos de cada programa.
Para RECREACIÓN he hecho adaptaciones de literatura oral quechua y de etnias amazónicas. Así como de literatura peruana contemporánea “OSHTA Y EL DUENDE” de Cota Carvallo, “EL BAGRECICO” de Izquierdo Ríos “PACO YUNQUE de César Vallejo, Tradiciones Peruanas de Ricardo Palma. También clásicos como los Tres Chanchitos, el Mago de Oz, El Retablo de Maese Pedro...
En EDUCACIÓN: guiones para alfabetización. Cada palabra generadora era un libreto, para educación inicial de acuerdo a los gustos y necesidades de los niños menores de cinco años y desarrollo del lenguaje, para niños especiales, para estudiantes de primaria, secundaria y educación superior.
Fui convocado por el teatrista Coco Chiarella Director del más exitoso programa de Teleducación en el país LA CASA DE CARTÓN y posteriormente TITERETAMBO para escribir los guiones. Era una producción del Instituto Nacional de Teleducación INTE del Ministerio de Educación y transmitido por todos los canales de televisión a todo el país.
Mi experiencia en esta institución me dio un gran aval en este campo. Cada libreto era analizado por psicólogos, pedagogos, comunicadores, antropólogos, teleducadores y hasta por el CAME, Comité de Asesores del Ministerio de Educación.
Tuve la satisfacción de ser invitado por Alemania como jurado del máximo evento de televisión para niños en el mundo.
Así debatíamos sobre los contenidos de los programas presentados por productores de los cinco continentes.
Como medio de COMUNICACIÓN en programas como el que me requirió UNICEF cuando el problema de salud ocasionada por EL CÓLERA debiendo capacitar como promotores de salud a líderes de remotas comunidades campesinas para llevar el mensaje a sus comunidades. El tema de salud lo traducía a un lenguaje titiritero no exento de humor.
Finalmente los guiones escritos para el diagnóstico y tratamiento de niños con perturbaciones mentales en talleres de terapia colectiva y en consultas privadas en el área de LUDOTERAPIA trabajando conjuntamente con el profesional médico.
A todos mis alumnos les enseño la técnica para elaborar guiones y las clausuras siempre son con la puesta en escena de sus propias obras.
Al concluir mi participación Señor Presidente de la Academia reitero a usted mi agradecimiento por esta incorporación que me honra y la recibo en nombre de mis ilustres antecesores y de los que en el Siglo XXI trabajan por mantener vivo en nuestro país este milenario arte de los títeres.
Muchas gracias.
Felipe Rivas Mendo
No hay comentarios:
Publicar un comentario