Entidad privada sin fines de lucro, correspondiente de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil, creada el 29 de mayo del año 2003.
sábado, 11 de septiembre de 2010
HOMENAJE A FRANCISCO IZQUIERDO RIOS
Por: Roberto Rosario Vidal
“Un viejo bagre, de barbas muy largas, decía con su voz ronca en el penumbroso remanso del riachuelito: «Yo conozco el mar. Cuando joven he viajado a él, y he vuelto».
Y en el fondo de las aguas se movía de un lado a otro contoneándose orgullosamente. Los peces niños y jóvenes le miraban y escuchaban con admiración: «¡Ese viejo conoce el mar!».
Tanto oírlo, nos acercábamos los jóvenes para escucharlo, para conversar con ese viejo bonachón y sabio que había publicado el año 1965 El bagrecico, el cuarto y último cuento que conforma el libro El colibrí con cola de pavo real: Nos acercábamos a él como diciendo: «Maestro, yo también quiero ser escritor».
Viene a mi memoria la imagen sonriente de Francisco Izquierdo Ríos, autor de los cuentos El bagrecico, Ladislao el Flautista, Zenón el pescador, entre otros que a través de los tiempos ha deleitado a millones de lectores de nuestro continente y de países muy lejanos e idiomas diversos. Conocí a Francisco Izquierdo a inicios de la década del setenta, viejo bagre recorrido, quien luego de trajinar por las escuelas más humildes y lejanas del país, había recalado en la ciudad de las mil vueltas (mismo río de selva, torrentoso, turbio y misterioso). El laboraba entonces en el Instituto Nacional de Cultura ubicado en el Jirón Ancash 390, frente a la iglesia de San Francisco. Pancho Izquierdo, como lo llamábamos afectuosamente, siempre tenía la puerta de su oficina abierta, principalmente a los jóvenes, que lo visitábamos con nuestras primeras publicaciones, en busca de afirmación o consejo, seguros de encontrar respuesta sincera. No satisfechos con las horas que se podía departir en tan solemne mansión, solíamos reunirnos en el local de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas (ANEA), en la cuadra cuatro del jirón Puno, cerca de la librería de don Juan Mejía Baca. Este viejo bonachón, con cara de bagre sonriente, me refiero a Francisco Izquierdo, había recorrido peligrosos caminos, salvando duras pruebas, riesgos, pesares, injusticia, prisión por razón de sus ideas y todos los sinsabores con los que la vida, nos recuerda que sólo somos transeúntes. Pero su alma indomable jamás se doblegó.
Como el bagre de su cuento más difundido, Francisco Izquierdo nació en Saposoa - San Martin, el 29 de agosto de 1910. Saposoa es un pueblito olvidado, apenas un punto en el mapa, rodeado de exuberante vegetación, fauna salvaje y en la época de su infancia, con grandes extensiones de tierra virgen, que invitaba a explorar. Cursó los primeros grados de su formación básica en su tierra natal abriendo los ojos a la naturaleza maravillosamente salvaje, misteriosa, incitadora a descubrir, preguntar, y en algún momento a indagar ¿cómo es el mundo más allá de esta maraña de vegetación con vocación de alverjita mágica, que si uno se descuida, está flotando entre las nubes en la copa de un huambo, una palmera o tal vez enredado en un matapalo. Como todo provinciano, las locas ilusiones lo sacaron de su mágico universo y llegó a Lima a estudiar educación en el Instituto Pedagógico Nacional. Se graduó el año 1930 y comenzó su peregrinar de aldea en aldehuela, salvado por su curiosidad innata y su vocación de artista, de intérprete del pueblo. Quien mejor que èl podría hablar del hombre de la selva, quien mejor que él, para describir la realidad del Perú andino, de su gente sencilla, sincera capaz de compartir lo que no tiene. Allí están sus cuentos, sus novelas que fluyen frescos como agua de manantial, identificando en su mundo al hombre que no interesa a nadie más que a los de su clase.
Profesional inquieto, fue defensor de las causas justas y en un país doblegado por las tiranías militares y el desgobierno de los políticos, casta indecente, optó por militar opciones que propugnaban justicia e igualdad. El escritor Danilo Sánchez dice que FIR fue apresado el año 1932 por razón de su militancia socialista y enviado a la colonia penal del Sepa, el centro de reclusión de extrema seguridad ubicada en medio de la selva, a donde los reos no tenían ninguna opción de visita, menos de fuga. Al poco tiempo de su liberación el año 1934 contrae matrimonio con la señora Olga López, con quien tiene dos hijos: Francisco, pintor y Vladimiro, médico.
Reingresa al magisterio y viaja por diversos poblados de la sierra y selva, impedido de retornar a las ciudades, período en el que vive el Perú olvidado, sumergido en la miseria y la ignorancia, sin carreteras, medios de comunicación, locales escolares adecuados, postas médicas, profesionales de la salud. Lugares donde el maestro era todo: médico, curandero, partero, amanuense, juez y todo por el mismo sueldo. Pero tampoco podemos dejar de mencionar que el maestro era realmente maestro. Con su escasa economía tenía que vestir adecuadamente y prepararse para compartir con sus alumnos sus conocimientos. Y Francisco Izquierdo Ríos era además de un maestro a plenitud un artista sensible, perceptivo. Al voltear la media centuria del siglo pasado comienza a publicar sus primeras obras: Cuentos del tío Doroteo (1950), Papagayo, el amigo de los niños (1952), El árbol blanco (1962, por el que obtuvo el Premio Nacional de Fomento a la Cultura “Ricardo Palma” en 1963) y El colibrí con cola de pavo real (1965), libro en el que publica el famoso El bagrecico.
El año 1965, el cuento Gavincho es premiado y publicado por la editorial Doncel, de España. Luego publica novelas para niños: Gregorillo (1957) y En la tierra de los árboles (1979).
Es autor de Mi aldea: pequeñas prosas (1963) y del ensayo: La literatura infantil en el Perú (1969), libro en el que su posición sobre el verdadero rol de la literatura infantil, vigente hasta la fecha, es que la literatura es en primer lugar arte. Su objeto no es didáctico, sino que busca la satisfacción emocional de los lectores. La literatura es una y su objeto, como él dice, es lograr goce estético del niño, del joven, del adulto.
“Después de una tormenta, que perturbó la selva y el riachuelo, oscureciéndolos, el viajero ingresó en un inmenso claro lleno de sol; a través de las aguas ligeramente turbias distinguió un puente de madera, por donde pasaban hombres y mujeres con paraguas. Pensó: «Estoy en la ciudad que el riachuelo de las mil vueltas divide en dos partes, como me indicó el abuelo». «¡Ah, mucho cuidado!»
El año 1942 el Ministerio de Educación lo convoca para dirigir el Departamento de Información, posteriormente crea la sección de folklore y artes populares del Ministerio de Educación Pública, cuando publica Mitos, leyendas y cuentos peruanos (1947), en coautoría con José María Arguedas, posteriormente Pueblo y bosque: folklore amazónico (1975).
Activo, con ideas y proyectos bajo el brazo, siempre entusiasta, nos recibía y aconsejaba, relatando sus inicios literarios, su amistad con su compadre Ciro Alegría, de quien guardaba la tablilla que usó para escribir sus novelas, y sobre su relación con José María Arguedas. Allí confluían los escritores principalmente jóvenes, con quienes hablaban de los libros publicados por el INC, bajo su dirección y de literatura infantil, tema sobre el que, tuvo, ya dijimos, una visión clara de la importancia de esta categoría literaria. Sus obras en verso y en prosa, concuerdan con su concepción de la literatura como expresión de la belleza a través de la palabra, totalmente ajena al concepto utilitario con fines pedagógicos o meramente instructivos o moralizantes.
Francisco Izquierdo, cada vez que alguien le comentaba que había leído El bagrecico y le había gustado, decía con su sonrisa pícara, siempre a flor de labios: “Ese soy yo”. Ahora que recuerdo ese maravilloso cuento, recuerdo su rostro cetrino, sonrisa expresiva en sus ojos rasgados, casi una raya chispeante, con su terno gris y su gastado maletín de cuero, donde cargaba más que sus nuevos libros, los borradores de las obras que venía trabajando.
Con su apoyo, un grupo de jóvenes organizamos en la ANEA el festival Ancash 31 conmemorando el primer y segundo aniversario del sismo que destruyó el Callejón de Huaylas en mayo del 1970. Allí estaban los pintores Julio León, Franklin Guillén, animados por el genial Víctor Humareda, infaltable en las tertulias; los escritores Carlos Toledo, Jesús Cabel y yo, haciendo tiempo en la biblioteca y conversando con Pancho izquierdo, quien después nos acompañaba en el Ciclo de Poesía que todos los viernes reunía a la poetada de la época.
No recuerdo en qué momento comenzamos a publicar para niños. Lo que si estoy seguro es que fue después de su muerte. Ausentes Pancho Izquierdo y Carlota Carvallo, como que quedó un vacío creador, pero una llama enorme. Teníamos la motivación, ingente información, habíamos hablado tanto sobre el tema y leído también cuanto título nos sugirió, que comenzaron a brotar pequeñas plantas literarias en diversos lugares del país. Sólo quedaba cosechar. Desde la desaparición de Francisco Izquierdo, cada cual se dispersó por diversos lugares. Yo me marché a Puquio-Lucanas, espacio que ocupó Arguedas en su infancia, donde dicho sea de paso, sus obras se conocían poco (y me temo que todavía es un desconocido). En Puquio, en la década del setenta a falta de libros para niños, con el aporte de los maestros de las provincias de Lucanas y Parinacochas logramos publicar una selección de poemas, cuentos, mitos y leyendas recopilados en la zona, que ante la carencia de libros para niños tuvieron gran aceptación. Diez años después, ya habíamos publicado algunos trabajos, y comenzamos a sentir la necesidad de retomar la semilla dejada por Pancho Izquierdo. Es cuando con el apoyo de la doctora Matilde Pérez Palacio, Presidenta del INABIF y de la escritora Magda Portal, amiga de José Carlos Mariátegui, a quien en sus 7 Ensayos lama “la primera poetisa del Perú”, con quien nos unía gran amistad desde la ANEA con Pancho Izquierdo y Mario Florián entre otros, convocamos al Primer Encuentro Nacional de Escritores de Literatura Infantil el año 1982, evento que nos permitió integrar al más selecto plantel de escritores, que estaban publicando obras que los niños hacían suyas: Manuel Ibáñez Rosaza, Jesús Cabel, Danilo Sánchez, Milciades Hidalgo, Lilia Meza, Carlota Flores, Magdalena Espinoza García, Iván Tello, Francisco Gonzales, Román Obregón, Eduardo de la Cruz. Es una larga lista.
Francisco Izquierdo Ríos no fue propiamente el pionero de la literatura infantil, tampoco Carlota Carvallo de Núñez, es preciso recordarlo, pero ambos fueron quienes lideraron el proceso de consolidación de la literatura infantil en el Perú. En esta etapa (1940-1950), los escritores inician contactos con otros colegas y se integran en asociaciones existentes. Escriben ensayos y artículos que cimientan la literatura infantil. Aquí encontramos en primera línea Francisco Izquierdo Ríos, a Carlota Carvallo de Núñez, a Catalina Recavarren de Zizold y al educador y poeta chancayano Jorge Ortiz Dueñas. Dentro de este proceso, Francisco Izquierdo Ríos, brega en la llanura y Carlota Carvallo en el acantilado, por el desarrollo de la literatura infantil. Difícil decir quien hizo más o menos: Ambos trabajaron la poesía, la narración y dejaron claros testimonios de su pensamiento sobre el rol de esta categoría literaria, todavía tomada a menos, por algunos críticos que no tienen capacidad de avizorar el futuro. Se asfixian en obvios debates sobre literatura andina, dudan en ocuparse de la literatura infantil, ignoran la narrativa minera, en un país minero. Porque se puso de moda, retroceden en el tiempo hasta la saciedad para referirse a la literatura de la violencia de los noventa y se auto amordazan frente a la violencia del sistema actual, cosa que jamás hizo Pancho Izquierdo. Gran maestro, excelente escritor, valiente luchador, trochero de rutas que no acabamos de admirar.
Cuando decimos que Pancho y Carlota Carvallo, no fueron propiamente pioneros, es porque, aunque perdidos en la memoria o en la historia de la literatura infantil, una década antes la escritora limeña Alida Elguera Mc Parlin, publicó el libro de cuentos “Juguetes” (1929); el poeta Luis Valle Goicochea, publicó en 1933, “Las canciones de Rinono y papagil” y en 1939 el poeta y educador Abraham Arias Larreta, “Rayuelo”. Son sin duda los pioneros de la literatura infantil, cuya obra fue precisamente difundida posteriormente por Pancho Izquierdo, quien no fue sólo creador, sino también magnífico promotor de la cultura e infatigable investigador de la literatura infantil.
“Mucho tiempo viajó por el río más grande del planeta, pasando frente a puertos, pueblos, haciendas, ciudades, hasta que una noche, con luna llena enorme, redonda, llegó a la desembocadura. El río era allí extraordinariamente ancho y penetraba retumbando más de cien leguas al mar. «¡El mar!», se dijo el bagrecito, profundamente emocionado. «¡El mar!». Lo vio esa noche de luna llena como un transparente abismo verde”.
Y nosotros lo recordamos con el paso de los años, como si lo estuviéramos viendo, escuchando: Es el mar, al que también hemos llegado y ahora contamos a los bagres pequeños, que el camino es largo, poblado de peligros, de riesgos, pro les decimos también que el mar es la vida, que Pancho Izquierdo Ríos nos enseñó a no temer.
Para concluir, transcribo un poema de Mario Florián, leído el año 1983 en un homenaje a FIR, que organizamos conjuntamente con su viuda Olga:
A LA ETERNIDAD DE FRANCISCO IZQUIERDO RIOS
Desde tu silencio concluyente,
El mítico jaguar de la espesura,
Ha empezado con épica bravura,
A repetir tu voz de combatiente.
En el pasar del tiempo, como un ente
Rasonable, con música de dura
Piedra, los andes –vértigo de altura-
Tu mensaje social harán presente.
En la costa, en la selva, en la montaña,
En la pluma, en el nido, en la cabaña,
En la figuración del educando,
Y en la masa peruana del presente
Y del alba, tu espíritu potente
Estará, Pancho Izquierdo, retumbando.
Roberto Rosario Vidal
Presidente de la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil.
(En el Coloquio internacional por el centenario del nacimiento de Francisco Izquierdo Ríos, organizado por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, el 26 agosto del 2010).
E mail: rrosario101@hotmail.com
Etiquetas:
Homenaje a Francisco Izquierdo Ríos
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Interesante comparación del maestro Izquierdo Ríos con el viejo bagre de su cuento. Y nosotros también podemos corroborar que él fue así, un maestro a carta cabal dispuesto a servir de ejemplo para los jóvenes de la época. Como en tu caso, Roberto, a nosotros también nos recibió con los brazos abiertos cuando nos acercamos a él para mostrarle nuestros manuscritos y descubrimos al viejo bagre que conocía el mar, o sea la literatura infantil, dispuesto a enseñarnos la ruta.
ResponderEliminarEra un sabio humilde, como son los verdaderos maestros.
Buenos días.
ResponderEliminarEs un artículo realmente completo.
En nuestro blog:
http://blog-de-traduccion.trustedtranslations.com/
hemos escrito artículos sobre la variedad de español hablada en Perú y sobre la Academia Peruana de la Lengua.
Nos interesaría contar con su aporte.
Muchas gracias,
Amelia