miércoles, 1 de abril de 2015

INCORPORACION DEL ESCRITOR FELIX HUAMAN CABRERA

LA IDENTIDAD EN LA LITERATURA INFANTIL PERUANA
 Félix Huamán Cabrera
Señor Presidente de La Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil.
Señores:

         He aceptado la invitación para ser miembro de la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil, con mucha alegría, puesto que más que un halago personal es la exaltación al acto creativo, que yo y muchos escritores realizamos, basado en la experiencia y el compromiso con nuestra realidad peruana tan rica en sus manifestaciones culturales, en especial, en las literarias que tiene sus fuentes en la tradición oral y, ya con la escritura, alcanza diferentes y diversas manifestaciones de calidad  estética y de intensidad comunicativa - verbal.
          Creo que, haciendo una introspección a mi escritura, estoy convencido de que la fuente determinante de mi literatura, es la realidad en la cual he nacido y crecido, y se ha hecho en mí, imagen, concepto y palabra hasta ser necesidad de vida. No es que yo haya escrito o escribo con una intención determinada para el remitente o lector. No. El ejercicio literario es un acto de creación donde hay un compromiso vital y una definición de ser. Creo que la literatura es el resultado de trabajar la palabra teniendo en cuenta sus contenidos hasta lograr la simbolización artística de la comunicación, con sinceridad, consecuencia y responsabilidad.
          Y como no responder literariamente cuando uno ha crecido en medio de una naturaleza extremadamente bella y asombrosamente terrible; en una sociedad de trabajo solidario y de lucha en contra de los grupúsculos excluyente que tienen en sus manos las diferencias y los poderes; en una cultura tradicional de riqueza expresiva de conocimientos, creatividad y valores, frente a otra que mal utiliza los medios tecnológicos para imponer sus dominios.
          Por eso soy escritor y agradezco esta distinción que esta venga de los mismo oficiantes de la palabra escrita para saludar nuestro mensaje traducido en poemas, cuentos, novelas y otras expresiones.

Para mí no ha sido un problema la identidad individual ni social de la persona, porque cuando yo empecé a escribir simplemente lo hice porque me gustaba borronear páginas y expresar lo que sentía, lo que veía, lo que escuchaba, todo aquello que me rodeaba con sus formas de ser. Fue entonces cómo esa emoción se convirtió en escritura. Yo escribo porque tengo la necesidad de escribir, he nacido para ello. Todas mis sensaciones y percepciones de la realidad se convierten en vida y en palabra.
 Pero, ajustándome a la formalidad de este evento, aquí van mis disquisiciones en torno a la identidad cultural en lo que se denomina literatura infantil. 

Académicos Félix Huamán Cabrera, Roberto Rosario Vidal, Carlota Flores de Naveda.

1.- Conceptualización.
         El problema de la identidad en la literatura implica abordarla en dos instancias: como creación artística y como comunicación. En la primera se trata de definir y explicar la identidad a través del discurso literario dado en el proceso cultural del Perú; y en la segunda, en el creador, en el discurso literario y en el receptor de literatura. Pero para definir ambas instancias es necesario aclarar y precisar conceptos sobre identidad, literatura, literatura infantil y literatura peruana.

          Se entiende por identidad a la expresión cultural  que define el perfil de ser de una sociedad o nación desde los campos del conocimiento inteligible, de la creatividad artística y tecnológica, y de la creencia ideológica y filosófica, basada en la acción del trabajo como base fundamental de la existencia y comportamiento del ser humano. Desde este punto de vista la expresión cultural peruana ha estado y está basada en los hechos del trabajo solidario: uno para todos (minka), todos para uno (ayni), tanto en la acción de las fuerzas productivas, en la producción de bienes y en la distribución económica. Esto es lo que ahora se denomina: la cultura andina.
          La literatura como arte, de todas las épocas y espacios, es la creatividad elaborada, a base de la ficción, a través de la palabra, tanto en la expresión como en las formas del contenido. Lo que significa que la literatura es una manifestación cultural – como hay otras- de la conciencia individual y social del ser humano; en ella prima, de manera determinante, la acción e intensidad de la creatividad como también –condicionalmente- el conocimiento de la realidad objetiva y la práctica de los valores éticos y políticos del ser humano.

          De ahí que opinar, comentar y analizar sobre la literatura es hablar del arte elaborado por el hombre en todos los tiempos desde que inventó el lenguaje, en especial la palabra, hasta la realización de diferentes formas y géneros de expresión, que son consumidos y aprovechados por los receptores de todas las edades y cuando éstos son niños, es lo que se denomina literatura infantil que no es sino la misma literatura sentida, percibida, contrastada, analizada, interpretada y valorada por los niños.
          Tomada así, en la literatura no hay campo para exclusión o particularización de la literatura como infantil salvo que se quiera aprovechar el discurso cultural con fines de recreación, formación o educación, donde su uso es totalmente justificado en todas sus dimensiones, sobre todo cuando los protagonistas son niños o personajes que existen y actúan muy bien en la fantasía, recreación, conocimiento y comportamiento.

          En la literatura peruana el reflejo creativo de la realidad natural, social y cultural, ha sido siempre una constante, donde la intensidad vivencial del conocimiento, la riqueza creativa de la imaginación  y la práctica de los valores solidarios, han sido asuntos de expresión y contenido a través de los sustratos lingüísticos (del quechua, el aimara y otros) y la patentización del castellano peruano de los diferentes espacios y tiempos hasta llegar a cimas estéticas como son los casos de César Vallejo o José  María Arguedas.

 2.- Caracterización.
          En la literatura peruana como discurso, en especial en la narrativa y la poesía, la identidad cultural, se ha manifestado artísticamente en diversas y diferentes formas teniendo en cuenta el reflejo creativo de la naturaleza, el proceso y las contradicciones sociales, y las formas ficcionales del lenguaje cuando son mitos, leyendas, cuentos, relatos, tradiciones, historias y otras manifestaciones comunicativas, como también en las escrituras de nuestros autores en las que la realidad  determina o condiciona la fuerza creativa en un poema, un cuento, una novela o  una obra de teatro.

          La literatura oral llamada también tradición cultural es la fuente fundamental de la creación artística desde las épocas de las grandes culturas pre-incas, incas, coloniales y republicanas. Épocas donde los mitos explican las realidades y el comportamiento de los hombres a la par de los adelantos o retrocesos cognitivos, creativos y organizativos de la sociedad andina. Es así como tenemos el mito de Wiracocha como hacedor del mundo y de los hombres, siempre vigente en todos los tiempos hasta la actualidad.
          Esto no significa monoteísmo ni politeísmo, es más bien un espectro de convivencia de determinación mítica para sostener la existencia y la vigencia de los grupos sociales, ya que ellos tienen presencia en la acción laboral de los hombres. De ahí que podemos hablar de los mitos cosmogónicos, basados en la tierra, en el agua, el fuego, en el sol, en la luna, el aire, y otras manifestaciones, como son Pachacamac, Vichama, Pariaqaqa, Wallalo Carhwincho, el Amaru, el Wamani, el Turumanya, el Aulit, etc. Como también de la poesía cuando se festeja al amor, a la alegría comunal o los hechos del trabajo colectivo, acompañada de la música y la danza en sus múltiples formas e instrumentos de manifestación.

          Mitos simbolizados por la imagen de animales que, de una manera u otra, protegen o perjudican al ser humano: el cóndor, el puma, la serpiente, el pez, las aves, el oso y otros seres maravillosos, que participan de algunos elementos de los anteriores, conformando símbolos y formas de visión del mundo; con características sobrenaturales de poder y dominio.
            Pero también en la mitología andina está la creencia antropogónica, de hombres con poderes sobrenaturales capaces de hacer acciones por encima de lo simplemente cotidiano, cuyos orígenes están en el arcano de cielos, tinieblas, manantiales subterráneos, breñas, abismos, lagos, mares, pero que viven y conviven con los hombres y, en la mayoría de casos, los protegen con sus poderes.

 El mito en sí es creencia que implica todo un sentimiento mágico y por lo mismo una manifestación de ritos que van unidos a las leyendas o historias sobrenaturales de los dioses, hombres y objetos, donde se narra historias de orígenes, apariciones, milagros, efectos inusitados y hechos sorpresivos que lindan con la ficción y lo maravilloso. Ante estas creencias existe todo un comportamiento del hombre andino en la oralidad, como también en la riqueza expresiva de las manifestaciones artísticas. El trabajo es alegría, jolgorio, felicidad; se labora cantando, bailando, enflorados, en todas las instancias hay versos y relatos alusivos a los objetos y hechos del momento.
            Más tarde cuando llega la cultura occidental con poderes de dominio e intenciones de etnocidio para la cultura nativa, ésta resiste por su gran consistencia espiritual, es entonces cuando se dan los fenómenos de sincretismo y simbiosis. Aparecen los ángeles y demonios, virtudes y pecados que son muy bien digeridos por la cultura andina para provecho de la resistencia individual y social, aunque los efectos fueron muy trágicos por la actitud de invasión y muerte de los dominantes.

 Lengua e identificación literaria.
            El castellano como idioma dominante alcanza consistencia lingüística y fuerza expresiva gracias a la influencia casi determinante del quechua y el aimara. De esta época tenemos los cristos, marías, santos, santiagos y cruces de las diferentes regiones que no son sino las huacas o dioses andinos en tiempos históricos diferentes: el Cristo de Pachacamilla, el Señor de Cachuy, El Señor de Wamatanga,  El Cristo de Ayabaca, el Señor de Luren, la Cruz de Motupe, la Cruz de Cantamarca, la Virgen de Cocharcas, la Virgen María de Chapi, la Virgen de la Cueva Santa, etc. Todos mitos con sus respectivas leyendas, relatos, tradiciones, historias, cantos, danzas y disfraces.

 De esta riqueza mitológica se nutre la literatura peruana y, sobre todo de la narración legendaria de personajes, hechos y existencias, como también de poemas y canciones, que son el encanto de los niños como acción y recreación en sus vidas. Todo esto ha sido recogido por los cronistas y doctrineros de lo cual quedan los textos de Dioses y hombres de Huarochirí, en Los comentarios reales del Inca Garcilaso de la Vega, en las crónica de Felipe Waman Poma de Ayala, en las recopilaciones y recolecciones del padre Lira, Arguedas, Morote, Varillas y otros estudiosos y antropólogos de la tradición andina.
             Ya en la literatura escrita peruana, para no hablar de temas y asuntos en general, sino de la identidad cultural, se da en los textos narrativos y líricos de acuerdo a los contextos sociales e históricos de los escritores los que no escribieron en especial para niños, sino que, a través de sus obras, expresaron estéticamente la realidad natural, social y cultural en la comunicación literaria. Y curiosamente, el niño como personaje, tema y asunto ocupa un lugar fundamental en todos los escritores.

 Literatura infantil y educación.
            Comentario aparte y con los análisis pedagógicos y metodológicos respectivos que merecen, están aquellas personas que escriben y usan a la palabra escrita con fines de recreación, instrucción o educación pre- establecida para niños que, en muchos casos, de denomina literatura infantil porque usan técnicas e instrumentos literarios, que, a mi modo de ver, no son sino instrumentos didácticos de la formación infantil. Otra cosa es usar la literatura como tal, sin tergiversaciones, en su esencia creativa y comunicativa, para los fines y objetivos formativos y educativos verdaderos. Es lo ideal y lo que deseamos los escritores.

 Que nuestros niños aprendan a leer, a pensar, a crear y a sentir con nuestra literatura verdadera y con nuestro lenguaje peruano, deletreando y valorando la literatura que les pertenece que en todo lugar hay y existen: mitos, leyendas, tradiciones, cuentos, fábulas, parábolas, apólogos, contrapuntos, rimas, poemas, canciones, juegos verbales, refranes, proverbios, etc. Como también escritores de gran valía que el canon capitalino desconoce o los ignora conscientemente. Esto significa formar la identidad.
               Que el niño peruano en general se forme sintiendo, percibiendo, abstrayendo, contrastando, analizando, interpretando, categorizando y valorando a nuestra literatura peruana, con Los yaravíes de Melgar, con Ricardo Palma y Gonzales Prada tan sincero y tan presente en su intensidad expresiva. Cómo se maravillan los niños con las aventuras del Caballero Carmelo de Abraham Valdelomar o cuando se recitan los poemas de Chocano o de López Albújar en honor a la bandera. Qué adjetivo más podemos dar a los poemas del universal César Vallejo o a la intensidad simbólica – ¡cómo usa la palabra y la imagen! – de José María Eguren.

 Creo que todos los que estamos comprometidos con la educación tenemos la responsabilidad de formar y reafirmar la identidad de nuestros niños, siendo conscientes del daño y del perjuicio que da la evasión de nuestra realidad y la alienación a base de patrones y paradigmas falsos – que en muchos colegios de nuestra patria se imparten- y que destruyen las consciencia de nuestros niños. Que los infantes crezcan con la inteligencia aguda para investigar lo nuestro leyendo a José Carlos Mariátegui, a José Antonio Encinas, a Walter Peñaloza, Antonio Cornejo Polar. Que aprecien personajes típicos de nuestra sociedad a través de las novelas de Ciro Alegría, José María Arguedas, Manuel Scorza, Julián Huanay, Mario Vargas, Juan Morillo, Oscar Colchado, Cronwell Jara, Sócrates Zuzunaga, Fernando Cueto, Roberto Rosario y otros que necesitan difusión y estudio.

Lima, 31 de marzo del 2015.

 

Miembros de la Academia Peruana LIJ Félix Huamán Cabrera, Carlota Flores de Naveda, Roberto Rosario Vidal, Milciades Hidalgo Cabrera, Felipe Rivas Mendo.

 
BIENVENIDA AL ESCRITOR FELIX HUAMAN CABRERA

Señores miembros de la Academia peruana de LIJ
Distinguido público presente
Esta noche me complace recibir como miembro de número de la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil al prolífico escritor Félix Huamán Cabrera, autor de novelas y cuentos para niños, en los que plasma literariamente las maravillosas experiencias de su infancia y juventud, con lenguaje sencillo, musical y poético, como el ambiente familiar en el que se desarrolló la primera etapa de su vida, que a continuación hago un esfuerzo por recrear.

Natividad en el ande
En marzo, el rocío refulge sobre las ramas trémulas de los árboles. Las lluvias todavía no escampan y las verdes llanuras saludan al sol en las mañanas, con una sonrisa a flor de piel, perfumando al pueblo con olor a yerba silvestre.
Pariamarca despierta un quince de marzo con el llanto potente de un niño que anuncia su llegada al mundo, mientras la primeriza Mama Shimo sonríe acariciando al recién nacido que busca el primer alimento.
Hay fiesta en la casa, los tíos, los primos, las abuelas celebran el nacimiento, deseando que el niño sea sano y fuerte como su padre Adrián o Llan como le llama cariñosamente la familia.
El padre escucha el llanto que se confunde con el sonido de la comba modulando el acero incandescente sobre el yunque. Se limpia las manos curtidas en el delantal de cuero y va al dormitorio. Desde la puerta mira satisfecho al niño. Sonriendo complacido lo levanta, como ofrendando al sol que se filtra por la ventana, aspirando que herede sus dones de hombre justo, trabajador infatigable, cumplidor de la palabra empeñada.
¡Ha nacido el hijo de papá Llan! Corre la voz en Pariamarca, pueblo de una sola calle sobre la carretera a Carhua, donde todos son familia, unidos por la  tradición, por las costumbres ancestrales, por la historia heroica que los enorgullece: soldados triunfantes que corrieron al enemigo invasor con la alianza incondicional de la virgen de la Cueva Santa y su hijo guerrero el mariscal Chaperito, como no pudieron hacerlo en Lima todos los ejércitos en San Juan y Miraflores.
¡Ha nacido el hijo de papa Llan! celebran los parientes, llevando ofrendas como en Belén, los Reyes Magos. Baldes de leche fresca, espumosa y calientita; papa canteña sancochada, reventando como rosas; un carnerito, una gallina para que Mama Shimo se restablezca del parto, alimentándose en la cama veinte días sin levantarse como es la costumbre. Todos tienen que ver con el nacimiento del niño, en tiempo de cosecha, como buen augurio.

Tronos y dones
De madrugada, mientras su madre hacía el trabajo de parto, divisando por la ventana, un jilguero canta sobre la rama de un eucalipto que se mece con el aire. El jilguero es portador del don de la poesía, la melodía, la dulzura del viento.
El añoso arbusto de kantu que floreció ampuloso sobre el tejado, tintineando sus campanillas de seda colorida, reflejándose en los celajes, en las fuentes cristalinas, lega al recién nacido la virtud de amar la naturaleza.
El airecillo niño que se filtra por la rendija de la puerta, otorga el efluvio del creador, que inspirará sus obras.
De las cantarinas aguas del cristalino arroyo que baja de las alturas, recibe el ritmo de su canto.
Sus padres agradecidos encomiendan al niño al santo patrón del pueblo, bautizándolo Félix, sinónimo de felicidad, por la alegría que inunda el corazón de los suyos, completando los dones con el más caro amor que había acumulado la pareja luego de tantos años de espera.

Edén canteño
Y el niño corre por el campo como una gacela, como un venado travieso, como el rio juguetón que baja saltando sobre las piedras. “Fui un niño feliz”, recuerda Félix y no podía ser de otra manera, en el Edén canteño donde tuvo todo lo que un niño puede desear. Padre, madre, hogar, familia, naturaleza a manos llenas, su perro Negrón, su toro Canoso,  la vaca Barrosa, el burro Panza verde, su hermano Yayo, su primo Milciades, el paisaje sin reparos, los campos sin linderos, el cielo azul como en ningún otro lugar. Las aves, las mariposas, hasta los bichos más humildes, las mascotas enanas, el chanchito de ocho patas, las lombrices contorsionistas, el oroncoy que juega con las bolitas que desechan los carneros y hasta las culebras esquivas.
Desde el coso taurino hasta el cementerio, todo el año silencioso, corre con su cometa, llevando a pastar a los carneros, inventariando los nidos de pajarillos silvestres, presenciando la pelea de toros, de perros, de gatos. El romance de aves, ovejas, asnos y vacunos. Sus ojos hambrientos de ver, almacenan con codicia las pinturas celestiales que dibuja la naturaleza. Sus oídos graban las voces de los pájaros, el rugir de las bestias, el rebuzno, el graznido, el piar, el cacareo que recuerda a cada instante el zoológico de su maravillosa experiencia, que aflora en las páginas de sus libros, que no son otra cosa que memoria de tiempos felices.

Secundaria en Canta
No fue traumático estudiar en Canta, la capital de la provincia a tiro de piedra desde Pariamarca, desde donde se divisa la ciudad, un poco más grande, más bulliciosa, pero no tanto como en nuestros tiempos. En el colegio Gabriel Moreno nace el poeta, motivado por el maestro Genaro Ledesma que en breve periplo ejerció la docencia en esta bella ciudad. Escribe cartas de amor para sus amigos menos dotados de poesía, poemas para las chicas más bellas del pueblo que amó con pasión. Declama poemas, compone canciones y aspira estudiar en la capital del país “para ser poeta”.
Ya había escrito dos cuadernos con poemas y devorado todos los libros de poesía del estante de su padre, (artesano ilustrado que luego de recorrer su patria recaló en su pueblo natal) y de la biblioteca del vetusto colegio, donde el  niño feliz descubrió en los libros el portentoso universo, más allá del pequeño mundo que nutrió su infancia y floreció en su adolescencia.

La universidad en Lima
Estudió en la Universidad Católica iniciando fructífera relación con los intelectuales de su época, maestros epónimos, colegas brillantes. Etapa en la que se desarrolla el escritor que testimonia los acontecimientos de su mundo maravilloso, en libros consecuentes con sus ideales, su realidad, sus sueños de paz y justicia. Culminando la carrera de letras para ser poeta como siempre anheló, primero fue maestro en el colegio donde estudio secundaria, en el valle del Mantaro, luego en Ayacucho y en Lima, donde comenzaron a brotar los frutos de su obra literaria, plena de luz, de ambiente, de naturaleza, de vida apacible del ande que lo colmó de dones.
Félix Huamán Cabrera ha logrado el sueño de toda su vida, ser poeta. El poeta de su tierra que es su patria toda, del sentimiento prístino y natural como el agua de los manantiales.
En la actualidad es uno de los escritores más importantes de nuestra patria, cuyas obras literarias gustan por igual a niños, jóvenes y adultos, porque son obras literarias. Porque el autor es un poeta, que vive como poeta, ama como poeta, escribe con la palabra alada que sólo la literatura permite.
Gracias a su pluma fértil a lo largo de las últimas décadas hemos podido gozar con sus obras: Por la nieve habían venido (1972), Agua encanta (1978), Agomayo, río de arena (1981), Candela quema luceros (1989), Silbido en el maizal (1989), Caballo verde en copa de oro (1989), Noche de relámpagos (1994) y El pedregal de Yaname (1997).
Entre las obras para niños: Valle corazón azul, florilegio en prosa y en verso. El toro que se perdió en la lluvia (1995).  Ladraviento, Negro negrito negrón, Haití en los Girasoles. Ciro Jilguero, Gato tinyero, La becerra encantada, Los niños de barro, Leyendas peruanas para niños, Cuentos peruanos para niños, Sharuco, Altamar, Illlary, Las espinas que bonita flor, entre otros libros.
Bienvenido distinguido escritor Félix Huamán Cabrera a la Academia Peruana de Literatura Infantil y Juvenil.
Lima, 31 de marzo del 2015.

Roberto Rosario Vidal
 
FELICITACION
Durante la ceremonia de incorporación del nuevo miembro de la Academia, la Dra. Carlota Flores dio lectura del saludo remitido por la Dra. Sylvia Puentes de Oyenard, Presidenta de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil y Juvenil.
La Academia Latinoamericana y La Academia Uruguaya de LIJ saludan al amigo escritor Félix Huamán Cabrera y se congratulan de que integre nuestro equipo que busca la unión entre los pueblos al proyectar e intercambiar investigaciones sobre nuestra identidad.
Un abrazo fraterno de
 
Dra. Sylvia Puentes de Oyenard
Presidenta




 
 
 
 
 
 
 

 
 


 



2 comentarios:

  1. Felicitaciones, Félix Juamán y Roberto Rosario, por sus discursos académicos y literarios.
    Un entrañable y fraternal abrazo.
    Luzmán Salas Salas.

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  2. Felicitaciones, Félix Juamán y Roberto Rosario, por sus discursos académicos y literarios.
    Un entrañable y fraternal abrazo.
    Luzmán Salas Salas.

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