sábado, 8 de junio de 2013

PRESENTACIÓN DE “SEÑAL DE LA CRUZ” POR NELLY VILLANUEVA

                                                                                                              Nelly Villanueva Figueroa
                                                                                                     Presidenta de la Sociedad Patriótica


Distinguidas personalidades que presiden esta reunión, amigos y amigas que han respondido a nuestra convocatoria, estimado Roberto:

En el marco de este fructífero conversatorio sobre “Huaraz y sus Escritores”, me complace hablar de un coetáneo, ligado a nuestro pensamiento y sentimiento andinos, Roberto Rosario Vidal, como él mismo dice: “Un ancashino nacido en Lima” en 1948.

Su infancia y adolescencia transcurrieron en Caraz y en Huari. Por eso, aunque ahora vive en “la monstruosa Lima”, siempre vuelve a la tierra, de la que, realmente, nunca se fue.

Roberto Rosario es educador y abogado. Sus dos profesiones las ha puesto al servicio del niño y de sus derechos:

- Derecho a vivir en buenas condiciones, con alimentación y salud aseguradas. Para atender este derecho, fue representante del Perú, ante el Instituto Interamericano del Niño, organismo de la OEA.

- Derecho a desarrollarse y realizarse con educación y recreación, donde la literatura cumple un rol fundamental. Por ello, en 1982, creó la Asociación Peruana de Literatura Infantil y Juvenil – APLIJ, que ha rediseñado y actualizado. Actualmente, conduce la Academia Peruana de Literatura Infantil, integrante de la Academia Latinoamericana de Literatura Infantil.

- Derecho a ser protegido, cuando son vulnerados sus derechos. Para hacer respetar este derecho, fue Director General de Defensa del Menor del INABIF y miembro de la Comisión Revisora del Código de Menores.

- Derecho a participar, como persona que tiene su propia visión y opinión: Para dar cumplimiento a este derecho, en 1986 y 1987, organizó el primer y segundo Parlamento Nacional de Niños, luego de haber participado en la Asamblea Mundial “Bandera de la Paz”, realizada en Bulgaria, los años 1982, 1985. Posteriormente volvió a participar en esta Asamblea, en 1988.

Como escritor para niños, achica su voz, pero no la profundidad de sus ideas y nos entrega obras que nos producen goce y encanto. En 1984, recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil.

Ha sido parte del quehacer generacional de AEPA, participando en los Encuentros Regionales. En el 2005, por ejemplo, se leyó su ponencia sobre “Literatura Infantil en Ancash”, ya que personalmente no pudo acudir, debido a un accidente de tránsito, cuando se dirigía de Lima a Huari, sede del Encuentro. Lo conocí en otro Encuentro, donde pude disfrutar de su “Shica Shica de Limón” que ha incursionado, con éxito, en la televisión.

Roberto no sólo escribe para niños, sino también para lectores de toda edad. Es autor polifacético de poesías, cuentos, novelas, antologías y ensayos que han merecido ser publicados por la UNICEF y por CONCYTEC.

La temática de su narrativa es variada, incluyendo la problemática de la minería, ya que desde 1988 labora en empresas mineras del Norte y Centro del país. ¿Cómo hace Roberto para producir tanto y bien, compartiendo sus obligaciones laborales con la Literatura?

A ustedes, amables asistentes, les corresponde descubrir y deslumbrarse con la profusa producción de Roberto que, ha traspasado los linderos de nuestra Patria. A mí, me corresponde, presentar una de sus últimas novelas, por el momento: “Señal de la Cruz”.

En la novela, materia de este comentario, toca un tema polémico: El amor prohibido entre Vincent, un sacerdote carismático y Marcela, hija de un poderoso hacendado. Las acciones principales se desarrollan en Sybis, un pueblo lejano de Huari. ¡Huari, siempre presente en su vida y en su obra!

Antonio Machado dice que todo asunto es adecuado para la novela. Todo fragmento de vida puede engendrar una novela. Y Roberto toca algo real que está latente, escondido, listo para ser expuesto; pero no copia sino que crea otra realidad. Toma una parte de la vida como material bruto y la modela de nuevo, en forma inédita.

Indirectamente, nos plantea el problema del celibato, aconsejado por filósofos e impuesto por religiones, desde tiempos milenarios. Roberto no dogmatiza, no moraliza. Se limita a presentar el problema humano del eterno enamoramiento entre un varón y una mujer que obnubila la razón y desborda el instinto.

La ilustración de la carátula ya nos presenta el tema. El simbolismo del título “Señal de la Cruz” nos remite a la actitud de sorpresa ante un hecho no esperado: ¡Un cura amando y procreando hijos!

En la novela o relato de ficción, Vincent y Marcela tienen cuatro hijos: Gudelia la profesora, la bella enfermera Rosa Amelia, Magda la mudita y Luis que muere acribillado, en venganza por haber enseñado al pueblo a enfrentar y vencer al terrorismo. Cada uno protagoniza historias individuales que se entrecruzan.

El personaje principal se debate en una lucha interior entre la fe y la razón, el pecado o el amor puro, la promesa de castidad o la pasión, la disyuntiva de ser sacerdote o esposo. Al principio huye; pero termina rindiéndose, demostrando flaqueza y falta de voluntad, que tanto había criticado en sus prédicas.

La trama de la obra revela la tragedia de Vincent, degradado como hombre, obligado a ocultar su paternidad; el drama de Marcela, enclaustrada de por vida, para evitar el qué dirán; las consecuencias en la descendencia: Una familia proscrita, disgregada, con enredos sorprendentes, como dos hermanas que comparten al mismo hombre sin saberlo; como el amor que nace entre sus hijos, sin saber que son hermanos.

Igual que en los libros clásicos del romanticismo, está Camila, un personaje intermediario entre los amantes, forzados a largas ausencias. También está presente la esperanza, como cuando Marcela, en medio de malezas, descubre “¡el camino!, el sendero secreto del amor y la felicidad.”

La novela como género abierto, contiene diversos elementos: En esta obra de nueve capítulos, se introducen historias paralelas o subordinadas unas a otras, integrando o alejando a los personajes. Está, por ejemplo, la historia de Gabriel que incursiona al terrorismo, un enemigo que no es invencible, cuando se organiza el pueblo. Está la nueva relación del cura con María Cristina, luego de la muerte de Marcela, a causa del terremoto. Están las supersticiones y creencias, como la Nina Mula que aparece como tropel de fuego, cada vez que Marcela alumbra a un hijo del cura; el Ucumari u oso, capaz de fecundar a una mujer, en el imaginario popular.

Están descritos los hechos de la problemática nacional: Las invasiones, las insólitas negociaciones políticas entre el APRA y su perseguidor Odría, la migración, el alcoholismo para ahogar las penas, la maternidad precoz, luego de un breve ritual entre adolescentes y el machismo, como cuando el hacendado que había proscrito a su hija, se alegra de tener un nieto varón que dará continuidad a su apellido o, como cuando Magdita, dejaba al pie de la cama de su hermano Luis, los zapatos bien lustrados.

Sobre todo, está el desastre natural que entierra a Sybis, como una evocación del sismo del 31 de mayo que, en la vida real, borró a Huaraz, dejando dolor y desolación que hoy recordamos, todavía sobrecogidos. Por eso, la presentación de esta obra, el día de hoy, cobra significado y crea un lazo de afecto con Roberto que está compartiendo con nosotros, el triste recuerdo del fenómeno que enlutó a nuestro corazón. Para corroborar estas afirmaciones, leemos un fragmento de “Señal de la Cruz” (Págs. 141-142). De esta lectura, deducimos la idea filosófica de la “horizontalidad de la muerte”, que nos hace evocar los versos de Jorge Manrique:

“Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar
que es el morir:
Allí van los señoríos
derechos a ese acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos
allegados son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos”.

A pesar de todo, el humor está presente (Leer pág. 142): “Ricardina Hidalgo con sus siete hijos, que fue abandonada por su esposo al día siguiente del matrimonio por no hallarla virgen. Sin embargo, con el amor y consideración de Isidro Ferro, se pobló de hijos con el apellido de su legítimo esposo, jactándose de amarlo tanto que se embarazaba en su memoria” Otro ejemplo de humor, usando la comparación y la hipérbole: “Don Salomón Tarazona, despojado por primera vez de su enorme humanidad, todavía abierta la herida por donde había fugado la fantástica bolsa estomacal en la que depositaba sin pestañear un carnero entero, un perol de sopa y media arroba de papas. A su lado, ironías de la vida, doña Maricarmen Silva “Bolsas Tristes”, la más delgada del pueblo.”

Develado el tema central y los secundarios, podemos decir: ¿A qué especie pertenece la novela? ¿Romántica?, ¿Realista?, ¿Costumbrista? Les invito a leer para que ustedes mismos la ubiquen y además, digan con qué personaje se identifican.

En cuanto a la estructura, descubrimos que el inicio de la obra es el final de la misma (Leer último párrafo de la pág. 191 y primeros párrafos de la pág. 7): La misma exclamación “¡Cuánto camino recorrido!” al final de la vida de Vincent, que al mismo tiempo, es el comienzo evocador de la historia que se relata.

El autor intercala otras formas: Poemas, canciones, diálogos, monólogos, artículos periodísticos, como el referente a los años difíciles de la ocupación terrorista. (pág. 138); cartas como la que envía Gudelia a su hijo Luis Alberto, comunicándole su sospecha sobre Gabriela: “hay algo que no encaja” (págs. 184-185).

Hay dos tipos de narrador: Uno en tercera persona, el autor testigo, externo, fuera de la historia; otro, en primera persona, personajes que forman parte del relato.

A pesar de la estructura compleja, con intercalación de capítulos que explican otros, la obra no pierde unidad, como producto de una inteligencia ordenadora.

La forma de expresión es la prosa, pero no por ello, están ausentes las figuras literarias. Abundan las prosopopeyas o humanización de cosas inertes, como ichus que silban, rocas que transpiran frío, río que descansa, etc.

Toda novela tiene normas: Maestría en la acción, penetración sicológica, viveza en la trama, plasticidad en los tipos y escenarios, enérgico contraste de personajes y humanas pasiones. Todo ello, creo que está en “Señal de la Cruz”, cuya lectura cautiva nuestro interés, de principio a fin.

Esta novela tiene fuerza expresiva, por la reunión de estos caracteres:

- SINCERIDAD, sin amaneramiento.

- CLARIDAD, porque hay relación directa de los hechos, sin entretenerse en las palabras.

- PRECISIÓN, con un vocabulario adecuado y oraciones cortas.

- ORIGINALIDAD, como sello de distinción y de personalidad, haciendo uso de la libertad de contenidos y formas. Desconozco qué otras novelas tocan este tema, mejor o peor, pero Roberto nos lo presenta desde un ángulo distinto, desde un punto de vista diferente.

Hay un acercamiento al estudio sicológico y a la descripción de conflictos espirituales. La mayoría de hechos se dan cronológicamente, pero también hay el tiempo circular, propio de la novela francesa del 50.

Por otra parte, cada persona tiene una conciencia literaria. No valora de la misma forma que otra. El ambiente social nos envuelve y sustenta, la época y el estado de ánimo, también influyen; pero estoy segura que por encima de estos factores de apreciación, la obra se adaptará al gusto estético de la mayoría de los lectores.

Como dice Séneca, el estilo es el rostro del alma. Tal es el estilo en los hombres, como es su vida y a mí me parece, que Roberto Rosario trasluce su personalidad, integrando lo imaginativo, lo intelectual y lo afectivo. En hora buena que haya publicado este libro, a través de la Editorial San Marcos. Su lectura nos produce satisfacción y nos deja una sensación de complicidad.

Invito a todos ustedes a adquirir el libro y a descubrir, por sus propios medios, la fisonomía literaria del autor y los detalles del argumento, porque ese libro, por su dimensión alegórica, es propicio para la lectura íntima que invita a la reflexión y comentarios.

Horacio dice que el esfuerzo renueva y perfecciona el temperamento del artista. Conociendo a Roberto, sé que continuará produciendo, abriendo perspectivas nuevas, en trabajos posteriores.

Felicitaciones Roberto y gracias por haber escogido a Huaraz, como lugar de presentación de tu novela que, no dudo, atraerá la atención de todos y todas.

Huaraz, 31 de mayo de 2013.

Alejandro Mautino, Nelly Villanueva, Carlos Toledo, Roberto Rosario y José Antonio Salazar, luego de la presentación de la novela SEÑAL DE LA CRUZ de Roberto Rosario, en Huaraz,