viernes, 3 de junio de 2011

ELEDORO VARGAS VICUÑA:EL LENGUAJE DE ESE PUEBLO ME DIO SU LENGUA


Entrevista. Roberto Rosario Vidal

Conocí a Eleodoro Vargas Vicuña allá por los años de 1973-74, cuando coincidimos como miembros del jurado de un concurso de folklore organizado por la municipalidad de Huarochirí. El iba en representación del Instituto Nacional de Cultura, en compañía de la poeta Rita Pezet y yo, por el Ministerio de Educación. El tema central de nuestra conversación aquel entonces, fue la poesía. Muy galante él, en presencia de Rita, era devoto de la poesía hecha mujer, que primaba sobre toda su filosofía, inclusive sobre su obra narrativa que pasaba a segundo plano, cuando se encontraba ante la presencia de una admirada poeta. En la década del ochenta tuve la suerte de contar con la visita más frecuente de Eleodoro, cuando laborando en el Instituto de Bienestar Familiar (INABIF), organicé el Primer Concurso Nacional de Literatura Infantil, en el que Eleodoro fue nuestro invitado como miembro del jurado calificador. Desde entonces solíamos reunirnos a tomar café, gratamente atendidos por una asistenta loretana, motivo inspirador de varios poemas, que improvisaba en sus asiduas visitas “supuestamente a mi persona”.
En diciembre de 1992, ya apartado de mis labores en el Estado, desarrollaba una experiencia de creatividad literaria en una institución educativa de Chanchamayo, cuando decidimos invitar a Eleodoro para participar en una tertulia literaria. Esta vez, impresionado por la calidez del ambiente y por la presencia de su antiguo amigo y paisano Andrés Mendizábal, decidió compartir con nosotros algunos días, oportunidad en la que nos dejó testimonios de su vida y obra, en una entrevista filmada todavía inédita, de la cual extraeré algunos conceptos, luego de reseñar pasajes de su vida y obra.
Eleodoro Vargas Vicuña nació en Cerro de Pasco el 28 de agosto de 1924, donde su padre laboraba como minero; pero se reconoce Acobambino, porque, dice “allí aprendo a hablar, a asombrarme de la vida de Acobamba”. Cuando Eleodoro comienza a hablar, descienden sus párpados como una cortina, para que su mirada retorne al pasado, divise su alma, mientras su voz, nítida, solemne, confiesa:

“Es evidente que ningún hombre escapa a su paisaje. El fundamento de su vida es el lugar de su nacimiento, pero más que su nacimiento, porque este puede ser casual, es el lugar donde aprendo a hablar. Soy un acobambino absoluto. Me comunico con los hombres en Acobamba, aprendo a leer en Acobamba, a oír mi nombre en Acobamba. Entonces el lugar de mi nacimiento, vida, pasión y muerte, aunque muera en cualquier otro lugar, ocurre en Acobamba. Moriré en Acobamba. Definitivamente la luz del cielo de Acobamba, es la que yo tengo en mis ojos, aunque realmente todos los cielos se parecen. El lenguaje de ese pueblo me dio su lenguaje”.

¿CÓMO NACIO NAHUIN?
En Chanchamayo, la vida discurre natural y calma y en algunos lugares la naturaleza es todavía salvaje. El paisaje es poesía que entonan los pajarillos sin nombre, los riachuelos que discurren entre la maleza, abriéndose paso, entre mil escollos para cumplir su cometido de llegar a los ríos y desembocar en el océano. Esta vez sí tuvimos oportunidad y tiempo suficiente para hablar de sus orígenes literarios y sobre la motivación de sus obras, sin los corsés académicos que muchas veces disfrazan la verdad. Hablamos con la franqueza de amigo, sin el rigor crítico, tal vez también sin orden, de acuerdo a las circunstancias y motivaciones que sugería el paisaje por el que transitábamos.

“Nahuín nació como una casualidad vital, algo así como mi vida, la vida de la gente. No ha sido una visión especial, estudiada, razonada. De pronto nació como una realidad ya hecha. Recuerdo que los cuentos de Nahuín los escribí en una fecha, cuatro cinco cuentos, en un cuaderno. De lo que si tengo conciencia plena es del trabajo que me costó hacerlo. Un pequeño volumen que significó gran esfuerzo”.

Cuando le mostramos nuestra admiración por su obra, por su oficio de escritor en tiempos difíciles, su trabajo pionero en la narrativa neo indigenista, reclama que no se siente un escritor profesional:

“Nunca tuve conciencia de ser un escritor, no siento la calidad de un hombre profesional con conducta que se proyecta en su obra. Para mi, escribir, ha sido una afirmación personal”.

Nos sentamos debajo de un árbol añoso, nos distraemos unos instantes escuchando a los pajarillos que revolotean en la floresta, en el rumor del río que en esta época del año incrementa su caudal. Es 10 de diciembre, ya lo dijimos, de 1992. Se hace el silencio y Eleodoro sigue hablando sobre el origen de Nahuín:

“Tengo los cuentos casi logrados que se pudieron publicar así. Pero el arte, como trabajo estructurado lleva mucho tiempo. Los primeros cuentos están escritos el año 1947, 1946. Entonces en Lima, comencé a trabajarlos en el Palermo, con los amigos. De pronto mi hermana me dijo ¿Porqué no publicas algo? Estás escribiendo y escribiendo…Ella tomó un dinero y me dio ochenta soles. Con eso publiqué Nahuín. Y esto es precioso. ¿Cómo la vida se hace de casualidades, ¿no? Como que están alrededor de uno. Por eso mi hermana es la autora de este libro. ¿Increíble, no?

MATERNIDAD POETICA


Tengo en mis manos una edición facsimilar de Nahuín publicada por la Municipalidad de Tarma el año 2003, conmemorándose cincuenta años de la primera publicación. En la tapa interior se lee que la primera edición de Nahuín publicada por la Editorial Ausonia, constaba sólo de 120 ejemplares numerados.
Volviendo al testimonio fílmico de la entrevista informal a Eleodoro Vargas Vicuña, mostramos luego sus sinceros comentarios sobre la motivación de su poesía, de su obra:

“Mi hermana me enseñó el camino de la poesía. Encontré un cuaderno de ella, lo leí y parece que allí hallé la conmoción literaria tan poderosa. Una corriente tan potente que no te mata, sino que te lanza. A mí me lanzó a la poesía ese cuaderno de mi hermana. Es algo así como una maternidad poética que ella me ha dado. La otra, ha sido la fuerza poética del pueblo donde he vivido. Acobamba. Todo estaba lleno de magia, de un milagro de la vida, de los tratos, de las condiciones, de una humanidad poética donde los muertos participan de la vida de los hombres. Y los vivos, de la vida posible de esos muertos. Mi abuela decía: Allí está pasando don Manuel Valverde. De hecho ella sabía que no estaba. Que estaba muerto o iba a morir. Posiblemente ella creía o iba verbalizando una forma de mito. Era una referencia a la existencia, de la forma de vida de un pueblo”.

Comenzó a llover. En realidad era apenas una llovizna. Ligeras gotas que traía el aire para refrescar el ambiente siempre cálido, aun en un día nublado como el que nos regalaba la vida, en una caminata por el bosque, acompañados por el profesor Guido Rosales, que filmaba nuestro diálogo y por mi hijo Alexis, entonces estudiante de secundaria, pero ya con algunos lauros artísticos que le habían permitido viajar a Europa del Este.

¿POR QUE ESCRIBES?

Los escritores explican su motivación de manera diversa. Porque les gusta, son felices, les permite expresarse, destruir sus demonios, liberarse, para que sus amigos lo quieran, aunque algunos los envidien, los odien, en fin, todas las posibilidades del espíritu humano. Esta pregunta no podía de dejar de hacerla a Eleodoro Vargas Vicuña. La respuesta no fue directa, sin embargo nos permitió seguir adentrándonos en su filosofía, en un testimonio de lo que estaba viviendo en este momento, esos días, meses del año 1992. Días antes en repetidas oportunidades me había contado que estaba viviendo circunstancias gratas, emocionalmente estaba feliz. Lo repetía una y otra vez. Narró que estaba siguiendo clases de canto bajo la dirección de una artista profesional que había logrado la culminación de su carrera musical de manera exitosa. Le pedimos que cantara algo, pero se disculpó, en cambio en dos oportunidades durante su prolongada visita, nos obsequió un melodioso recital de poesía con poemas de César Vallejo, donde apreciamos la cadencia profesional de su voz, seguramente a consecuencia de las magistrales lecciones de canto que estaba recibiendo.

“Lo que en principio significó una escritura natural, como caminar, como hablar, ha devenido en este momento, en un sentimiento de afirmación de la vida. Tengo la creencia, algo así como la esperanza, la ilusión de que aquello que estoy escribiendo, tenga el peso, la materia, un contenido, la presencia, una existencia cabal que me permite tener el sentimiento de querer completar mi existencia. Sobre todo porque lo que escribo no son creaciones muy personales u originales, algo así como la exaltación de la inteligencia, del sentimiento. Más bien son documentos de humanos, de hermanos, como dicen algunos escritores”.

LA MOTIVACION DE SUS CUENTOS
Preguntamos a Eleodoro ¿Se puede entender que la motivación de tus cuentos no son personales, no se basan en alguna experiencia vivida?

“Yo escribía tomando una palabra, una frase. (Contesta en tiempo pasado, refiriéndose a los cuentos de sus libros). De esa frase, de esa palabra, de pronto encontraba un desarrollo, un cauce, así como una gota de agua que de repente se encuentra con otra y crece. En realidad, yo nunca me propuse escribir un cuento o un libro. Escribí una frase y apareció”.

VINCULACION CON EL INDIGENISMO
“Eso sucede porque una persona está en el ambiente en el que se hacen las cosas. Por ejemplo en ese tiempo yo leía a las gentes que en otras partes del continente leían a los ismos autores otros escritores. Las mismas fuentes literarias. Así Juan Rulfo escribió sobre las personas que había conocido. Parece increíble que yo acá en el Perú y él en México estábamos leyendo a los mismos autores, las mismas perspectivas históricas y hay coincidencias. Tal así que aparece como que los dos hemos hecho el mismo trabajo, hemos trabajado en las mismas condiciones”.

DENOMINACION DE TAITA CRISTO


Hay un vacío en la cinta original. No recuerdo bien. Se apagaría la filmadora. Se tuvo de poner otra batería. Cuando se reanuda la filmación, estamos caminando por un sendero angosto que se pierde en la maleza. Las hojas lavadas por la lluvia lucen brillantes, pero al fondo, por la quebrada donde desciende el río Tulumayo, se levanta densa neblina. Seguro que le pregunté en ese ínterin sobre el significado de Taita Cristo, el título de su libro.

“Cuando iba a publicar Taita Cristo, que inicialmente se llamaba El cargador, Manuel Scorza comenzó a publicar Populibros. Scorza le puso el título de Taita Cristo. Manuel Scorza publicaba entonces colecciones de cinco tomos con veinte mil ejemplares cada libro. Era un promotor especial. Un poeta interesado en gestar una política cultural, que la logró”.

COMENTARIO SOBRE EL LIBRO LOS SUDACAS

“Anoche he leído tu libro -dijo, haciendo un alto en el paseo campestre-. Es un volumen extraordinario. Me encantó el cuento Loquito, un personaje como yo, que se muestra fantasmal, por el choque cultural. A mí me pasó ese choque con la vida misma. El libro Los sudacas es conmocionador. Me encantó mucho. Estoy muy feliz de haberlo leído".

Esa tarde Eleodoro Vargas Vicuña fue objeto de un breve homenaje, un elocuente discurso de Andrés Mendizábal, una reflexión sobre su obra de parte mía, sus palabras, la declamación de poemas de César Vallejo y un brindis. La reunión resultó grata y despertó mucho interés en los ingenieros de minas y geólogos, poco acostumbrados a eventos literarios y la satisfacción de los profesores y estudiantes que asistieron. Eleodoro nos visitó en una segunda oportunidad, previa a un homenaje que le tributaron en Acobamba, pero esta vez no tuvimos al alcance la cámara, para registrar sus opiniones.

Lima, mayo del 2011.
Roberto Rosario Vidal

3 comentarios:

  1. Estimado Señor de verdad me a impresionado su artículo quisiera comunicarme con usted mi correo es seroba_10@hotmail.com le agradecere enormemente. Gracias

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